Comparte la pagina
¿Por qué los Comunes pueden transformar Brasil?
Publicado el
Coincidiendo con la celebración de la COP sobre el clima del 10 al 21 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil, el enfoque basado en los Comunes en los proyectos de solidaridad internacional pone de relieve un enfoque pionero materializado por el país. La AFD apoya y sigue de cerca estos enfoques que sitúan la participación de las poblaciones en el centro de la acción.
«Cuando las poblaciones participan en los debates sobre las necesidades y los impactos de los proyectos, esto puede cambiar la realidad y ampliar los resultados en los territorios», señala Dominique Hautbergue, director de la AFD en Brasil. Esto es lo que propicia el enfoque basado en los Comunes en los proyectos de solidaridad internacional: la implicación activa de las poblaciones en la protección de los bienes compartidos, de forma autónoma o en colaboración con otros actores, tiene el poder de amplificar los resultados y responder mejor a las necesidades locales. Una participación considerada fundamental en la toma de decisiones, y no como una mera figura decorativa en el debate público.
El concepto de «Común», ampliamente debatido en el ámbito académico, los movimientos sociales y los grupos de trabajo sobre economía solidaria, sostenibilidad o tecnología, se refiere a los recursos materiales o inmateriales que no son ni privados ni estatales, sino que se comparten y gestionan colectivamente. «En mi opinión, el bien común es un doble contrato: en primer lugar, un acuerdo entre personas tienen un interés común por un lugar, un servicio o un enfoque; y, en segundo lugar, un segundo contrato, más institucionalizado, que implica a actores públicos y privados», destaca Dominique Hautbergue.
En el contexto de Brasil, la AFD aborda este tema a través de la investigación, indispensable para comprender las necesidades reales del país. El estudio Sustainable Digital Commons for Social Justice: The Brazilian Decidim Experience analiza, por ejemplo, la participación de las poblaciones marginadas en las decisiones colectivas. Estas investigaciones nos permiten verificar ciertas hipótesis, como la formulada por Dominique Hautbergue: «El bien común se estructura a menudo como reacción a las deficiencias de los servicios públicos, en iniciativas de diversa envergadura que afectan sobre todo a actores históricamente excluidos». Para suplir estas carencias existen, entre otras cosas, los mutirões, formas tradicionales de movilización comunitaria, más frecuentes en las zonas menos desarrolladas.
Los subtítulos en español están disponibles en los parámetros.
Siguiendo esta lógica, la AFD también apoya proyectos que surgen de la demanda local, como los proyectos hídricos en zonas rurales que se están montando actualmente y que proponen pasar de la investigación a la acción. En el sector del saneamiento, ha contribuido al desarrollo del Sistema Integrado de Saneamento Rural (Sisar), cooperativa que abastece al Ceará en agua desde 1996. Nacido de una iniciativa popular e institucionalizado por políticas públicas, este experimento ha ido más allá del simple abastecimiento. «Este servicio, respaldado por una labor de formación técnica, financiera, contable y social, se ha convertido en un motor para el desarrollo comunitario. Incluso apoya iniciativas ajenas a su misión, como el apoyo a grupos de mujeres artesanas», afirma Dominique Hautbergue.
Brasil, precursor del enfoque basado en los Comunes
En Brasil, ya se está aplicando el enfoque basado en los Comunes. Las comunidades nativas y los quilombolas (comunidades descendientes de antiguos grupos de esclavos) suelen gestionar de forma colectiva las tierras, los bosques y los recursos hídricos. Estos acuerdos pueden considerarse «comunes naturales». Algunos proyectos del programa de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Ccnucc), que incentivan la reducción de las emisiones de CO₂ generadas por la deforestación y la degradación forestal en los países en desarrollo (Redd+) o de titularización de tierras también forman parte de este enfoque.
Otro ejemplo: los estados y municipios brasileños desarrollan políticas climáticas «experimentales» y se basan en formas de concertación local (foros ciudadanos, alianzas de múltiples agentes), instancias que encarnan espacios de comunes institucionales. También encontramos la plataforma BIP (Brazil Climate and Ecological Transformation Investment Platform), cuyo objetivo es estructurar la financiación, coordinar a las partes interesadas y crear mecanismos compartidos en torno a la transición ecológica.
Desafíos y perspectivas
El diálogo con las poblaciones beneficiarias es fundamental, pero hay que evitar las distorsiones relacionadas con la institucionalización de las reivindicaciones populares. La plataforma federal Brasil Participativo constituye, en este sentido, una fuente de inspiración. «Permite preguntar a los ciudadanos qué quieren y qué pueden hacer, e imaginar cómo crear vínculos en un mundo dominado por las noticias falsas», explica Dominique Hautbergue.
Y añade: «No queremos limitarnos a aportar dinero. Queremos ser ese punto neurálgico en el que se reúnan y debatan diferentes enfoques para lograr una mayor eficacia, una mayor inclusión y mejores respuestas a las necesidades». Con esta perspectiva, la AFD está preparando la creación de un comité de resonancia con ONG, socios y representantes de la sociedad civil, con el fin de enriquecer su visión estratégica y fomentar nuevas formas de gobernanza.
Así pues, la AFD en Brasil se compromete con toda la cadena de construcción de los Comunes: desde el apoyo a la investigación, que arroja luz sobre el pasado, el presente y el futuro de los recursos compartidos, hasta las acciones concretas llevadas a cabo sobre el terreno, con una lógica de transformación sostenible, integrada y significativa para las comunidades locales.
Leer también